Organizaciones que apoyan la Constitución de la Tierra iniciaron la Campaña Mundial por la Democracia y están organizando un “Parlamento Mundial Provisional”, con una Secretaría permanente y en crecimiento para un “Gobierno Mundial Provisional”, punto de inflexión dentro del caos de los estados-nación militarizados y en guerra que hoy llevan el mundo hacia la autodestrucción. Mientras el patológico sistema de guerra gasta billones de dólares al año en medios de destrucción humana y planetaria, nuestro clima global se está derrumbando. La Campaña por la Democracia Mundial usa la Constitución de la Federación de la Tierra como modelo para iniciar una convención constitucional mundial que conduzca hacia el desarme planetario, la protección del medio ambiente y una auténtica democracia global para todas las naciones y pueblos.
Nuestro sistema mundial actual es “nihilista”, sin valores. Nietzsche afirmó que nos estábamos moviendo desde el centro de la creación (“hijos de Dios”) hacia la periferia (criaturas accidentales e insignificantes en una vasta máquina cósmica sin sentido). El retorno del fundamentalismo religioso es también nihilista: renuncian a la verdad, se aferran ciegamente al dogma. Nietzsche predijo que el siglo XX vería “guerras y levantamientos” como nunca antes. De hecho, desde el siglo XX, la humanidad se ha ido destruyendo en perpetuas guerras de una destructividad y un coste cada vez mayores.
Sin embargo, en los últimos 125 años destacados pensadores clave han señalado lo que ha estado sucediendo y la absoluta necesidad de construir nuestra vida planetaria sobre algo diferente.
Albert Einstein declaró que con las armas nucleares la única opción creíble de la humanidad es unirse en una federación mundial dedicada a poner fin a la guerra.
Mahatma Gandhi dijo que la vida humana es sagrada y que aferrarse a ello requiere “una federación de naciones libres” basada en la no violencia total.
Sri Aurobindo (India) y Teilhard de Chardin (Francia) colocaron la vida humana en un marco cósmico en el que los seres humanos debían cooperar con el impulso evolutivo divino hacia la armonía, la unidad y una comunidad planetaria amorosa.
Alfred Whitehead señaló que la vida humana debe verse en su contexto cósmico: ¿Somos especiales dentro del proceso evolutivo o somos simplemente un accidente cósmico, destinado a destruirnos? Él propuso ser "empiristas radicales": construir nuestra visión de la vida sobre lo que es obvio, evidente y directamente percibido. Deduce que toda la historia desde Sócrates, Platón y Aristóteles hace unos 2.500 años, concibió erróneamente la religión y a Dios porque no eran lo suficientemente radicales en su empirismo.
¿Qué es lo empírico? Nuestros cinco sentidos, el lenguaje, la razón, la cognición; pero también los valores, reconocemos lo correcto y lo incorrecto y que discuten sobre lo que está bien o mal. Y también la memoria: somos inmediatamente conscientes del pasado. Y finalmente, está nuestro propio aporte creativo, nuestra libertad, en la que experimentamos elecciones en el presente respecto al pasado que heredamos. Muchas de esas cosas no las percibimos por los sentidos, pero son parte de nuestra experiencia inmediata.
Whitehead formuló esta profunda pregunta: ¿podemos construir una imagen del mundo basada en lo que conocemos y experimentamos directamente? Él descubrió que Nietzsche tenía razón cuando dijo: "Dios está muerto y lo hemos matado". Pues si Dios es todopoderoso, ¿por qué existe el mal radical? Pero para Whitehead, el hecho de que el cosmos haya desarrollado un ser que reconoce valores, como la belleza, la verdad o la bondad, significa que debe haber un Dios. Pero no un potentado que puede dar órdenes absolutas.
Platón, hace 2500 años, había identificado la única influencia posible de Dios sobre el ser y el cosmos: la “persuasión”, solo aplicable al ser humano. Ser civilizado es promover e institucionalizar la persuasión, el diálogo y la cooperación democrática en todas partes entre los seres humanos.
Para el filósofo John Dewey, la imagen de un ser humano incluye nuestro potencial para continuar evolucionando como seres sociales y civilizatorios. Las guerras entre naciones implican “un choque de intereses debido a la ausencia de organización”, centradas en la “soberanía nacional”. Nuestro objetivo debe ser establecer una “federación de naciones”.
Jürgen Habermas también afirmó esta unidad entre uno mismo y los demás, bajo un “empirismo radical”: nuestra visión de la situación humana debe derivarse de lo que es más concreto y obvio, nuestra naturaleza lingüístico-social. Él revela que el lenguaje proporciona la capacidad para una ética universal objetivamente fundamentada. Para Habermas, la institución del Estado-nación soberano ha sido reemplazada por un proceso de “globalización” en el que ahora reconocemos la universalidad de nuestra especie humana, nuestra dependencia de juicios de valor y nuestra capacidad para un diálogo genuino. El proceso histórico ha puesto en duda la legitimidad del sistema de estados-nación.
De ahí que tres de los pensadores más importantes del mundo del siglo XX repudiaron el concepto de “soberanía nacional. Identificaron el diálogo noviolento como el valor universal y el rasgo definitorio de nuestra humanidad común. Whitehead lo llama “persuasión”, asociado con la naturaleza primordial de Dios. Dewey pide “cooperación y asociación democráticas”, vinculada con nuestra humanidad común. Habermas lo llama nuestra capacidad universal de “diálogo dirigido hacia el entendimiento mutuo”. Los tres están abiertos a una Federación de la Tierra que coloque el diálogo en el centro de su estructura institucional.
La Campaña Mundial por la Democracia planea hacer precisamente esto. La Constitución de la Federación de la Tierra puede servir como modelo. Comienza con un Parlamento Mundial Provisional, en diciembre de 2025 que dará como resultado un Gobierno Mundial Provisional, iniciando un creciente proceso gubernamental no violento que pone en primer plano el diálogo y la persuasión, al tiempo que retira la violencia y el militarismo de su papel ahora dominante.