Leopoldo Alberto Cook Antonorsi 07/09/2019
(Actualizo el escrito de junio 2020)
Los graves incendios en la Amazonia (y también en África) tienen como causa de fondo el cambio climático (que a su vez es consecuencia del sistema civilizatorio del modernismo, que dio origen el capitalismo y al neoliberalismo) y como causa inmediata (en el caso de Brasil y zonas fronterizas) el incendiario lenguaje del fundamentalista y fascista Presidente Bolsonaro, quien habla de arrasar con la reserva del Roraima para establecer un sistema monoproductivo ganadero. También está la estrategia del imperio de cercar a Venezuela (conflictos con Colombia, Guyana, Brasil) para preparar el terreno para la desestabilización e invasión.
El imperio trata de manipular el concepto de soberanía, resaltando la inmensa importancia de la reserva forestal para el clima mundial, para la regeneración del oxígeno y la captación del bióxido de carbono, así como la supuesta incapacidad de los gobiernos para manejar responsablemente esos recursos.
Por cierto, en las redes se cita un supuesto texto de David Norman, de Geografía de sexto grado en EE.UU., en el que se indica que la Amazonia está bajo la tutela de EE.UU. y la ONU desde la década de los 80 del siglo XX. Ese libro no existe, el mismo Norman lo ha negado. Un lector acucioso puede observar que el texto citado está plagado de errores, y se reproduce como la página 76 del libro, página derecha. ¿Ha visto usted alguna página par a la derecha?
La soberanía es un concepto polémico hoy en día.
El establecimiento de un gobierno mundial federado democrático en los término planteados por la Constitución para la Federación de la Tierra, plantea, como cualquier otro proyecto de gobierno mundial, varias dificultades importantes, como la eliminación de las armas de destrucción masiva para alcanzar una paz perdurable, el sometimiento de los poderes transnacionales a las decisiones de la gente y la resistencia de los estados-nación que se consideran “soberanos”, para sólo nombrar tres de los grandes problemas.
Sólo porque estamos en una inmensa crisis civilizatoria que abarca todo podrán seguramente darse las condiciones necesarias y suficientes para que un cambio se vuelva inevitable e irreversible.
La soberanía es el poder político supremo que corresponde a un Estado independiente, sin interferencias externas.
En teoría política, la soberanía es un término sustantivo que designa la autoridad suprema que posee el poder último e inapelable sobre algún sistema de gobierno.
Recurrimos a Glen Martin para precisar el concepto:
“Tanto el sistema capitalista como el sistema de estados nacionales soberanos se desarrollaron a partir del paradigma de la modernidad temprana que comenzó a solidificarse en el siglo XVII… El concepto tradicional de "soberanía" se redefinió para ajustarse a este nuevo modelo atomístico… La soberanía de las naciones del mundo es un reclamo que no admite una ley superior a la suya y que otorga una prioridad incuestionable a los intereses nacionales, especialmente a aquellos considerados como "vitales", es decir, primero y ante todo, la seguridad frente a la agresión extranjera, y en segundo lugar la prosperidad económica… El derecho internacional establece como primer principio que sus sujetos únicos son estados soberanos, y luego define a los estados soberanos como aquellos que no reconocen una legislación superior a la suya, anulando así su propia autoridad.” 1
La soberanía nacional abarca:
1. Derecho a legislar sin intervención o injerencia extranjera, la autodeterminación. Esto incluye la protección contra cualquier intervención foránea.
2. Derecho a disponer de sus recursos naturales, igualmente sin intervención o injerencia extranjera.
La soberanía nacional la entiendo por extrapolación a la soberanía que tendría una ciudad hace unos siglos respecto a la nación. Ahora la relación es de la nación respecto al planeta. Pareciera que, siguiendo esta extrapolación, todo aquello que trascienda a la nación estado debería estar fuera del ámbito de la soberanía nacional.
El punto 1 es relativamente fácil de saldar. Una nación es soberana para legislar sobre todo aquello que no trascienda sus fronteras, que no tenga efectos más allá de sus fronteras. En el momento en que algo afecta a otros territorios, pasa a ser competencia internacional, global. La única forma de darle tratamiento a estos aspectos es mediante un gobierno mundial efectivo, sujeto a un Parlamento electo democráticamente, como lo propone la Constitución para la Federación de la Tierra.
Un aspecto importante, si no fundamental, para garantizar esto, es la suspensión de todo tipo de armas de destrucción masiva, territorios de ocupación, bases militares extranjeras, etc. Chávez nos hablaba, citado por Julio Escalona, de “soberanía solidaria”.
El segundo punto es más difícil. Cada población aduce como propios los recursos naturales existentes en su territorio, este es un paradigma ampliamente incrustado en nuestra consciencia. Antiguamente cada ciudad tendía a considerar suyos los recursos en su ámbito, pero eso ya dejó de ser así, ya se consideran de ámbito nacional. La tendencia será, me imagino, a que en el futuro las “propiedades” nacionales tenderán a ser de carácter global. Pero en la transición viene la dificultad.
Creo que la única forma de saldar esto es considerar un doble carácter: los recursos naturales del planeta son para todos los habitantes del mismo, pero deberán usarse para satisfacer en primera instancia las necesidades de la localidad. Bajo la Constitución para la Federación de la Tierra se organiza el planeta en Distritos Electorales, sin embargo necesitamos definir un ámbito socioeconómico, más allá de lo electoral y civil y político, tal como la plantea PROUT a través de Unidades Socioeconómicas Autosuficientes manejadas democráticamente por sus pobladores. Estas unidades pueden coincidir con los límites geográficos de las actuales naciones-estado, o estas contener un número de ellas.
Mientras el Complejo Militar Industrial Financiero mantenga el control del mundo, mientras no derrotemos al neoliberalismo, el concepto de soberanía no podrá ser revisado.
Es oportuna la respuesta atribuida a Cristovam Buarque, quien era Ministro de Educación de Brasil, ante este tema, a fines del siglo XX.
“Realmente, como brasileño, sólo hablaría en contra de la internacionalización de la Amazonia. Por más que nuestros gobiernos no cuiden debidamente ese patrimonio, él es nuestro.”
“Como humanista, sintiendo el riesgo de la degradación ambiental que sufre la Amazonia, puedo imaginar su internacionalización, como también de todo lo demás, que es de suma importancia para la humanidad.”
“Si la Amazonia, desde una ética humanista, debe ser internacionalizada, internacionalicemos también las reservas de petróleo del mundo entero. El petróleo es tan importante para el bienestar de la humanidad como la Amazonia para nuestro futuro. A pesar de eso, los dueños de las reservas creen tener el derecho de aumentar o disminuir la extracción de petróleo y subir o no su precio.”
“De la misma forma, el capital financiero de los países ricos debería ser internacionalizado. Si la Amazonia es una reserva para todos los seres humanos, no se debería quemar solamente por la voluntad de un dueño o de un país. Quemar la Amazonia es tan grave como el desempleo provocado por las decisiones arbitrarias de los especuladores globales.”
“No podemos permitir que las reservas financieras sirvan para quemar países enteros en la voluptuosidad de la especulación.”
“También, antes que la Amazonia, me gustaría ver la internacionalización de los grandes museos del mundo. El Louvre no debe pertenecer solo a Francia. Cada museo del mundo es el guardián de las piezas más bellas producidas por el genio humano. No se puede dejar que ese patrimonio cultural, como es el patrimonio natural amazónico, sea manipulado y destruido por el sólo placer de un propietario o de un país.”
“No hace mucho tiempo, un millonario japonés decidió enterrar, junto con él, un cuadro de un gran maestro. Ese cuadro tendría que haber sido internacionalizado.”
“Durante este encuentro, las Naciones Unidas están realizando el Foro Del Milenio, pero algunos presidentes de países tuvieron dificultades para participar, debido a situaciones desagradables surgidas en la frontera de los EE.UU. Por eso, creo que Nueva York, como sede de las Naciones Unidas, debe ser internacionalizada. Por lo menos Manhatan debería pertenecer a toda la humanidad.”
“De la misma forma que París, Venecia, Roma, Londres, Río de Janeiro, Brasilia… cada ciudad, con su belleza específica, su historia del mundo, debería pertenecer al mundo entero.”
“Si EEUU quiere internacionalizar la Amazonia, para no correr el riesgo de dejarla en manos de los brasileños, internacionalicemos todos los arsenales nucleares. Basta pensar que ellos ya demostraron que son capaces de usar esas armas, provocando una destrucción miles de veces mayor que las lamentables quemas realizadas en los bosques de Brasil.”
“En sus discursos, los actuales candidatos a la presidencia de los Estados Unidos han defendido la idea de internacionalizar las reservas forestales del mundo a cambio de la deuda.”
“Comencemos usando esa deuda para garantizar que cada niño del mundo tenga la posibilidad de comer y de ir a la escuela. Internacionalicemos a los niños, tratándolos a todos ellos sin importar el país donde nacieron, como patrimonio que merecen los cuidados del mundo entero. Mucho más de lo que se merece la Amazonia. Cuando los dirigentes traten a los niños pobres del mundo como Patrimonio de la Humanidad, no permitirán que trabajen cuando deberían estudiar; que mueran cuando deberían vivir.”
“Como humanista, acepto defender la internacionalización del mundo; pero, mientras el mundo me trate como brasileño, lucharé para que la Amazonia, sea nuestra. ¡Solamente nuestra!”
No sé si será verídico este discurso, pero en todo caso, es valedero. Lo asumo. Yo agregaría ahora, en junio de 2020, que antes había muchos bosques en el mundo. El capitalismo acabó con ellos. No pidió permiso a los pueblos del mundo. No lo consideró nunca un bien común. Ahora que sólo queda el Amazonas, quieren mundializarlo sin indemnizarnos a los países de la periferia. No. Hay que ver todo desde una perspectiva global.
El Presidente Bolsonaro es un fascista. Pero cuando dice que la Amazonia es nuestra, tiene razón (por razones muy distintas a las nuestras).
Como dice Glen Martin, el soberano es el pueblo, la gente como individuo habitante del planeta.
Nota 1: La lógica del desarme y la tragedia de los comunes, Glen T. Martin