¿Por qué soy de “izquierda”?

Siempre que medito me vienen ideas. Esto me vino hoy.

Ya no me gustan las etiquetas, pero mientras estemos en este mundo dual, serán inevitables. Hay muchas cosas de la “izquierda” que me gustan, pero algunas cuantas de la “derecha” también.

Por ejemplo, de PDVSA (la vieja) me gustaba la meritocracia, aunque no la forma en que la practicaban algunos. En mi gerencia siempre se practicó correctamente, se evaluaba y premiaba al personal según su desempeño y esfuerzo.

De la empresa privada me gusta la iniciativa, la libertad de empresa, el emprendimiento que el modelo implica. Aunque cuando me asomo a la práctica, veo bastante ineficiencia y corrupción, que le critican a las empresas públicas.

De lo privado, no me gusta el monopolio, ni las transnacionales que tienen más poder que muchos estados.

De la “izquierda” me gusta casi todo, menos el “centralismo democrático”, el “partido único” y sus líneas y dogmas, y algunas cosas más. De la izquierda me gusta la solidaridad, el pensamiento social, considerarnos todo iguales, la búsqueda de la equidad, la libertad, la democracia.

La corrupción no me gusta. Y pienso que es algo del ser humano, cuando no tiene valores. Se da tanto en la izquierda como en la derecha, aunque por su inherencia, se da más en la derecha.

Pienso que en este mundo vamos caminando y se nos presenta una bifurcación inevitable. Hacia la izquierda, una troncal (que se divide en múltiples caminos) y hacia la derecha otro (que también se escinde en otros tantos).  No hay camino del medio, en un mundo dual.

Quien dice que no es político, miente. Hasta al ir al mercado, hacemos política, de una u otra manera, hacia la izquierda, o hacia la derecha. Decir que no se es político es engañarse, colaborar con el sistema existente.

No me gusta el mundo como lo hemos construido. Desde la “Modernidad” le damos valor sólo a lo material, a la mera utilidad, a la “competencia”, a “domar la naturaleza”. No me gusta lo que ha resultado: el capitalismo, el socialismo del siglo XX, el neoliberalismo.

Me gusta la izquierda por tres cosas.

Me gusta la izquierda porque busca la equidad: igualdad de oportunidades. Para tener iguales oportunidades se requiere tener iguales habilidades, destrezas, conocimientos, por lo menos la oportunidad de desarrollarlas. No podemos pedirle que compita a un joven de un barrio, que no ha completado ni la primaria, con uno de una urbanización pudiente, que lo ha tenido todo. Cierto que la Naturaleza nos hace diferentes, por eso el Libertador dijo que “la Naturaleza hace a los hombres (seres humanos) desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y social”.

Me gusta la izquierda, porque una vez garantizada la equidad, busca preservarla. No basta con lograr lo dicho en el párrafo anterior y lanzar a todos a la competencia implacable en la que el pez chico se come al grande (que no es, por cierto, la ley general de la Naturaleza, se ha demostrado en la biología y la ecología que los seres vivos compiten y colaboran, ambas cosas). La izquierda busca desarrollar un sistema de colaboración, solidaridad, de hermandad, en un mundo que es de todos.

Y me gusta la izquierda, porque ama a la Madre Tierra y al Padre Universo. Ella agradece lo que de ella toma y busca tomarlo en tal magnitud que la Naturaleza tenga la capacidad de recuperar el equilibrio. La izquierda considera que somos parte de un equilibrio natural, y como la especie más evolucionada, tenemos el compromiso por velar por todas las demás.

En ningún lugar ni tiempo del mundo hemos logrado establecer el socialismo. Sólo hay experimentos, hechos por humanos, que muchas veces erran. No hay nada perfecto en este mundo. Me anoto en el imperfecto socialismo, que, en espiral creciente, seguirá avanzando…

Leopoldo Cook
2 December, 2021
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