Para Vivir Bien, no basta el socialismo

Es la conclusión que extraigo al leer el libro “Buen Vivir / Vivir Bien” de Fernando Huanacuni Mamani.

 

Fernando Huanacuni, abogado, político, líder espiritual, desde 1983 en Sudamérica, Centroamérica y Europa, realiza conferencias sobre el valor de los saberes ancestrales y motivando el retorno de las prácticas comunitarias. En 2017 - 2018 fue Ministro de Relaciones Exteriores del Estado Plurinacional de Bolivia.

 

Y muy importante, Fernando es adherente de la Constitución Mundial para la Federación de la Tierra.

 

En el libro, Fernando Huanacuni nos expone claramente el paradigma comunitario de la cultura de la vida para vivir bien”. Se trata de “VIVIR EN PLENITUD”.

 

Copio algunos párrafos del excelente libro. Recomiendo su lectura.

 

Nos dice que el mercado mundial, el crecimiento económico, el corporativismo, el capitalismo y el consumismo, que son producto de un paradigma occidental, son en diverso grado las causas profundas de la grave crisis social, económica y política del mundo. Ante estas condiciones, desde las diferentes comunidades de los pueblos originarios de Abya Yala (América), decimos que, en realidad, se trata de una crisis de vida.

 

Los paradigmas de vida dominantes perciben al individuo como el único sujeto de derechos y obligaciones, instituyéndolo como el único referente de vida. La visión del capital como valor fundamental del pensamiento occidental generó enormes brechas entre ricos y pobres.

 

En estos tiempos en que la modernidad está sumergida en el paradigma individualista y la humanidad está en crisis, es importante escuchar y practicar la herencia de nuestros abuelos: esta cosmovisión emergente que pretende reconstituir la armonía y el equilibrio de la vida con la que convivieron nuestros ancestros, y que ahora es la respuesta estructural de los pueblos indígenas originarios: el horizonte del vivir bien o buen vivir.

 

Los términos utilizados en español para describir el suma qamaña (aymara) o sumak kawsay (quechua) son vivir bien, utilizado en Bolivia, y buen vivir, utilizado en Ecuador. Se pueden traducir como “vida en plenitud”. En resumen, promueve la “cultura de la vida”.

 

En Abya Yala, los pueblos estamos sumidos en la pobreza, no por nuestra incapacidad, sino por la exclusión económica, por el despojo de nuestras tierras comunitarias e incluso la exclusión social sustentada en el racismo. Por lo tanto, existe una deuda histórica que se debe resolver.

 

Estos pueblos son víctimas de la Colonia; incluso de la “Independencia”, pues las nuevas Repúblicas fueron creadas y organizadas bajo la inspiración de las ideas liberales de la revolución burguesa que triunfó en Francia en 1789.

 

Los pueblos indígenas originarios del continente participan en el proceso de cambio y proponen un nuevo diseño institucional para nuevos Estados, que reconozca la diversidad cultural y promueva la convivencia armónica entre todos los seres de la Naturaleza: la necesidad de establecer un Estado Plurinacional en sustitución del Estado uninacional mestizo excluyente. La plurinacionalidad expresa la existencia de las diversas culturas.

 

Los pueblos indígenas cuestionan la estructura del Estado nación. Por ello decidieron plantear la conformación de asambleas constituyentes originarias.

 

Así surgió la Constitución de Bolivia, promulgada (2009), que establece fines y funciones que orientan sus políticas públicas en el vivir bien. Se establecen principios éticos morales, como: Ama Qhilla, Ama Llulla, Ama Suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), Suma Qamaña (Vivir Bien), Ñandereko (Vida Armoniosa), Teko Kavi (Vida Buena), Ivi Maraei (Tierra sin Mal) y Qhapaj Ñan (Camino o Vida Noble)”.

 

Algunos valores destacables en los que se sustenta hoy la Nueva Constitución del Estado Boliviano son la unidad, igualdad, dignidad, libertad, reciprocidad, respeto, complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de oportunidades, responsabilidad, distribución y redistribución de los productos y bienes sociales.

 

Se establece entonces constitucionalmente que son fines “esenciales” del Estado constituir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la descolonización, sin discriminación ni explotación, con plena justicia social, para consolidar las identidades plurinacionales. Garantizar también la protección y la dignidad de las naciones, los pueblos y las comunidades, y fomentar el respeto mutuo y el diálogo intercultural y plurilingüe. Establece la diversidad plurinacional.

 

Por otra parte, la Nueva Constitución Política del Estado del Ecuador (2008), proyecta el horizonte del buen vivir, declarando “Una sociedad que respeta, en todas sus dimensiones, la dignidad de las personas y las colectividades”.

 

Asimismo, declara de interés público la preservación del ambiente, la  conservación de los ecosistemas, la biodiversidad y la integridad del patrimonio genético del país, la prevención del daño ambiental y la recuperación de los espacios naturales degradados. Señala también el derecho al acceso seguro y permanente a alimentos sanos, suficientes y nutritivos; preferentemente producidos a nivel local y en correspondencia con sus diversas identidades y tradiciones culturales. El Estado ecuatoriano se declara promotor de la soberanía alimentaria.

 

Ya no se trata sólo de delegar una representación sino de tener una participación directa de los pueblos indígenas-originarios, de los movimientos sociales, de las circunscripciones y de las regiones

 

Todas las culturas tienen una forma de ver, sentir percibir y proyectar el mundo. Al conjunto de estas formas se conoce como Cosmovisión o Visión Cósmica. Los abuelos y abuelas de los pueblos ancestrales, hicieron florecer la cultura de la vida inspirados en la expresión del multiverso, donde todo está conectado.

 

Existe una identidad cultural que emerge de una profunda relación con el entorno, con la Madre Tierra. El retornar a la Identidad no implica un retroceso, significa recuperar la memoria y la historia en el tiempo presente para proyectarnos hacia el futuro. La identidad está relacionada con el Vivir Bien. La armonía y el equilibrio están relacionados con el vivir bien.

 

Existen dos paradigmas que propone Occidente: uno individual extremo (individualismo) y otro colectivo extremo (comunismo). Ambas son formas extremas de admitir solamente lo dual, pero en lucha, en oposición; como los extremos de individualismo en su máxima expresión y comunismo en contraposición.

 

La cosmovisión individual antropocéntrica de occidente surge de la concepción de que el “ser humano es el rey de la creación”. Del modernismo.

 

Los modelos “pro-civilizatorios”, desarrollistas y modernistas hegemónicos en el planeta durante los últimos siglos están llegando a un tope. El medio ambiente ya no puede soportar más “procesos de industrialización” ni “revoluciones verdes”. El paradigma del desarrollo-consumismo ha producido el gravísimo calentamiento global.

 

El mundo ha empezado a hablar de desarrollo sostenible o desarrollo sustentable.

 

Como el Vivir Bien va mucho más allá de la sola satisfacción de necesidades y el solo acceso a servicios y bienes, más allá del mismo bienestar basado en la acumulación de bienes, el Vivir Bien no puede ser equiparado con el desarrollo.

 

Entonces, cuando hablamos del proceso de cambio, estamos hablando de un cambio de estructuras, un cambio de paradigmas, y no simples reformas o cambio de contenidos.

 

En Abya Yala tenemos diversas formas de expresión cultural, pero todas emergen del mismo paradigma comunitario: concebimos la vida de forma comunitaria, no solo como relación social sino como profunda relación de vida. Por ejemplo, las naciones aymara y quechua conciben que todo viene de dos fuentes: Pachakama o Pachatata (padre cosmos, energía o fuerza cósmica) y Pachamama (Madre Tierra, energía o fuerza telúrica), que generan toda forma de existencia. Si no reconstituimos lo sagrado en equilibrio

 

El paradigma de la cultura de la vida emerge de la visión de que todo está unido e integrado y que existe una interdependencia entre todo y todos.

 

Desde la cosmovisión aymara y quechua, toda forma de existencia tiene la categoría de igual. En una relación complementaria, todo vive y todo es importante. La Madre Tierra tiene ciclos, épocas de siembra, épocas de cosecha, épocas de descanso, época de remover la tierra, épocas de fertilización natural. Así como el cosmos tiene ciclos, la historia tiene épocas.

 

En aymara se dice “suma qamañatakija, sumanqañaw”, que significa “para vivir bien o vivir en plenitud, primero hay que estar bien”.

 

En el Vivir Bien nos desenvolvemos en armonía con todos y todo, es una convivencia donde todos nos preocupamos por todos y por todo lo que nos rodea. Más que la “democracia”, busca el “consenso”.

 

En este sentido, Vivir Bien es vivir en comunidad, en hermandad y especialmente en complementariedad.

 

El Vivir Bien no es lo mismo que el vivir mejor. El Vivir Bien está reñido con el lujo, la opulencia y el derroche; está reñido con el consumismo.

 

La promesa del desarrollo, de la modernidad, el progreso y todos sus postulados, nos quiso hacer creer que podíamos dejar de ser “pobres” y alcanzar un “mejor nivel de vida”, tanto a nivel personal como a nivel de Estados, y que los recursos naturales eran una condición clave para lograrlo, con una “inversión adecuada”. Pero además nos hicieron creer que el Estado es un mal administrador.

 

Pero el resultado ha sido que se incrementó la cantidad de pobres.

 

El capitalismo está todavía vigente, pero va camino al fracaso, ha reducido esta crisis estructural mundial a una crisis económica. A los países del primer mundo sólo les interesa salvar el capital aun a costa de la vida.

 

Esta economía es una economía generada por la forma actual de concebir la vida: individualista, antropocéntrica, desintegrada de la vida, homogeneizadora, jerárquica, competitiva, orientada al consumo y al capital y donde sólo ganan los más fuertes.

 

Tanto el capitalismo como el comunismo tienen un enfoque antropocéntrico (uno individualista y el otro colectivista), ambos consideran al ser humano como el rey de la creación y las demás formas de existencia se convierten en objetos que se pueden usar y abusar.

 

Ambos sistemas nos han reducido a identidades productivas (campesino, minero, obrero fabril, etc.).

 

El socialismo, si bien ha resuelto necesidades básicas, tampoco tiene otra perspectiva más allá del bienestar sólo humano. Para estos sistemas de gobierno, los animales, las plantas, las montañas, los ríos, constituyen un recurso.

 

Resumiendo: para el capitalismo, el capital es lo más importante; para el socialismo, el bienestar del ser humano es lo más importante. Para los pueblos originarios que plantean el sistema comunitario, la vida es lo más importante.

 

El ayllu es el sistema de organización de vida. Ayllu, es un término aymara que se traduce como “comunidad”….  comprende como “la unidad y estructura de vida”, es decir, el ser humano es sólo una parte de esta unidad; animales, insectos, plantas, montañas, el aire, el agua, el sol, incluso lo que no se ve, nuestros ancestros y otros seres, son parte de la comunidad. Todo vive y todo es importante para el equilibrio y la armonía de la vida.

 

En el ayllu no hay lugar para el término “recurso”, ya que si todo vive, lo que existe son seres y no objetos, y el ser humano no es el único parámetro de vida ni es el rey de la creación. El principio de occidente busca dominar la Naturaleza; desde el principio originario no se busca dominar nada, se busca relacionarnos bajo el principio y la conciencia del ayni (la complementariedad). Tampoco cabe el concepto de explotación.

 

El horizonte del ayllu en ayni es el suma qamaña, es decir, que el horizonte de toda relación complementaria dentro la comunidad es vivir bien, cuidando y respetando toda forma de existencia.

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Desde el ayllu se genera la economía complementaria. “Suma qamaña” en términos económicos significa generar relaciones económicas en complementariedad y reciprocidad con la vida, la Madre Tierra, la comunidad y la familia; toda relación económica no es con el fin de acumular el capital por el capital, sino esencialmente para preservar la vida.

 

En el vivir bien, el ser humano no está por encima de todas las formas de existencia, está al mismo nivel de ellas; por lo tanto, en la economía complementaria los beneficios no se circunscriben a la unidad y estructura social humana, están en función de la unidad y estructura de vida (es decir, más allá de lo humano).

 

Tal vez todo lo podemos resumir en: “si sólo uno gana o pierde, todos hemos perdido”.

 

Es claro que esta visión cuestiona el término desarrollo. El desarrollo, sustentado en una visión lineal ascendente de la historia y de la vida, genera una lógica acumulativa promovida desde la educación primaria, secundaria y superior, que empuja a los seres humanos a migrar hacia las ciudades en busca de progreso en la perspectiva de “vivir mejor”. Todo esto provoca grandes hacinamientos.

 

El concepto de “países atrasados o subdesarrollados” está también bajo la lógica de la visión lineal de la vida y de la competencia.

 

Bajo el principio del equilibrio, la complementariedad genera la distribución y la redistribución, según la necesidad del momento. En la comunidad, cada familia tiene el “derecho de relación” (no de propiedad) con la Madre Tierra de acuerdo a su número de miembros. En la dinámica de la complementariedad, los miembros de la comunidad reciben y aportan de acuerdo a sus necesidades y responsabilidades.

 

El orden jurídico occidental de enfoque individual establece una estructura jerárquica y estática, induciendo a la individualidad y a la jerarquía extrema. Nosotros no queremos eso sino un marco jurídico que viabilice la economía comunitaria productiva.

 

Por eso existen elementos muy importantes, como:

 

Ayni, que es la complementariedad o ayuda mutua y permanente dentro la comunidad.

 

Tampu, que es la generación de espacios comunes donde se pone a disposición productos o alimentos que van a favor de quienes los necesitan en la comunidad.

 

Tumpa, que es asumir responsabilidades conjuntas.

 

Muyt’a: el proceso circular cíclico, es decir asumir responsabilidades por turno.

 

Khuskha: equilibrio dinámico, la distribución y la redistribución según la necesidad.

 

Wajt’a. Las ceremonias son muy importantes.

 

La economía es básicamente familiar; está demostrado que obtienen mejores resultados y mayor estabilidad. Las relaciones económicas comunitarias responden a una lógica de afecto y por lo tanto de Complementariedad.

 

En consecuencia, dentro de las políticas económicas más urgentes que se deben proyectar están aquellas relacionadas con la reversión de tierras de los latifundistas y distribuirlas a quienes han migrado al exterior en busca de trabajo o viven en la marginalidad de las ciudades.

 

La educación no es un área aislada de la política o la economía o la filosofía, es un pilar fundamental del proceso de cambio estructural en el horizonte del vivir bien.

 

La cosmovisión es un aspecto muy importante en la educación; muchos colegios la han introducido en su enseñanza.

 

Considera Fernando que es necesario generar y sistematizar nuestra propia pedagogía basada en la educación comunitaria. La enseñanza no puede estar aislada de la Naturaleza, sino más bien debe enseñar, comprender y respetar las leyes naturales. Se trata de entrar a una lógica natural comunitaria; salir de una enseñanza y evaluación individuales a una enseñanza y valoración comunitarias. La educación comunitaria es de todos (la comunidad interviene activamente), es permanente, es circular y cíclica (el niño también le enseña al maestro; todos y cada uno de los participantes asumirán en un momento dado todos los Roles), usa una metodología natural (la nueva metodología de enseñanza no sólo será para la razón; también considerará a ese otro mundo no lógico) y es productiva (parte del principio de que la Naturaleza es productiva, por lo tanto la educación comunitaria tiene que ser también productiva).

 

El sistema jurídico comunitario antepone la vida y el respeto a la libertad. Frente a un desfase en la armonía de la comunidad, no recurre a prácticas punitivas sino que toda la comunidad coadyuva para que la forma de existencia o el ser humano que ha salido de este equilibrio y armonía vuelva a ellos.

 

Por eso se basa en el Derecho Natural Ancestral Comunitario, del principio que la Madre Tierra nos da vida y también los derechos y las responsabilidades complementarias. Por tanto, el Estado no puede otorgar ningún derecho, pues sólo la Madre Tierra nos da los derechos, entre ellos los derechos de relación.

 

Una gran verdad: Somos hijos de la Madre Tierra y del Cosmos: Por eso dicen “la tierra a la que pertenece la gente” y no “la parcela que pertenece a la gente”.

 

La legislación comunitaria ancestral contempla el derecho de relación de cada familia con la Madre Tierra, que es distinto del derecho de propiedad vigente en la actualidad.

 

Igualmente, bajo el principio del derecho de relación, la distribución y redistribución de tierras no es estática, es dinámica y permanente; se realiza cada gestión en función de las necesidades y el número de miembros de cada familia.

 

Un aspecto muy importante es en relación a los derechos de relación de complementariedad mujer hombre: La comunidad para preservar la vida cuida la relación hombre mujer.

 

En aymara, lo primera palabra que se enseña es Jiwasa que significa nosotros, la primera persona no es “yo” (como enseña occidente), “lo primero es nosotros (Jiwasa) y nosotros es la montaña, las plantas, los insectos, las piedras, los ríos, todo es nosotros”.

 

Para los pueblos originarios, las relaciones entre Estados deben ser complementarias y no Competitivas.

 

Contiene el libro mucho más, en particular una propuesta para la acción desde la visión andina: considerar el agua como patrimonio común, como dominio público, como un bien común, no una mercancía. Proponen la revalorización de saberes, tecnologías y organización andina, sistemas de gestión integrales y participativos, una institucionalidad participativa y control social, así como Políticas económicas adecuadas.

 

Creo que la Constitución Mundial para la Federación de la Tierra es totalmente compatible con esta visión, es más, la estimula, por lo que los pueblos ancestrales de todo el mundo pueden sentirse reflejados y protegidos por la misma.

Leopoldo Cook
15 enero, 2024
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