DEL ARADO AL TRACTOR
Del patriarcado al humanismo

La especie humana data de hace un millón de años, como mucho, cuando no éramos más que bandas recolectoras, sin mayor cohesión ni conciencia. Acababa de aparecer el cerebro trino cortical que nos caracteriza y diferencia.

 

Las primeras organizaciones humanas fueron las tribus, en las sociedades recolectoras o cazadoras, nómadas, que comenzaron a aparecer desde hace un millón hasta hace cuatrocientos mil años.  Los hombres se ocupaban de la caza y las mujeres de la recolección y la crianza de los niños, lo cual no parece haber generado una diferencia significativa de estatus. Hay quienes afirman que lo que distingue al Homo Sapiens evolucionariamente no es la economía, sino la familia, lo cual ocurriría cuando el macho asumió el rol de padre, en esta etapa. Los grupos eran de unas 40 personas, y la esperanza de vida rondaba en algo más de 20 años. Ya se había desarrollado incipientemente el cerebro neocortex, en su forma más simple, lo que permitía a los humanos desarrollar símbolos. La visión de mundo, correspondiente a esa interioridad es arcaica, muy primitiva.

 

Con el desarrollo de la agricultura incipiente, hortícola, y la domesticación de animales, hace unos 12.000 años, los grupos se fueron haciendo sedentarios, tribales, locales, aldeanos, bajo un matriarcado equilibrante, una sociedad de las diosas hembras. La agricultura era llevada aún por las mujeres en gran medida y la caza era llevada por los hombres. Eran sociedades matriarcales o igualitarias. La esperanza de vida rondaba en 25 años.

 

Luego, con la agricultura más tecnificada, en el estadio agrario, hace 6.000 a 4.000 años, surgieron las aldeas y pueblos. El ser humano ya era capaz de elaborar conceptos, pues se acababa de producir la aparición del cerebro neocortex complejo. La visión de mundo era mágica, más avanzada que la arcaica. La sociedad se fue haciendo compleja, la visión se fue ampliando a la etnia, la cultura, la nación.

 

Fue entonces cuando apareció la división del trabajo, y con ella, el arado. Dios se hizo macho, adquirimos el amor a la localidad. Los hombres, que manejan el pesado arado, producían casi todos los alimentos. Surge el patriarcado como una co-creación consciente de hombres y mujeres frente a circunstancias duras, y se fue haciendo dominante, opresor. La tecnología agrícola emancipó a algunos hombres de las tareas productivas, para dedicarse a quehaceres culturales; aparecen los grandes sabios axiales (Buda, Lao-Tse, Parménides, Sócrates, Platón, Patanjali, Confucio, los Upanishads, etc.). Surgen los primeros grandes imperios militares.

 

Las mujeres y los hombres de bien han luchado desde entonces contra esa corriente patriarcal que lleva casi diez mil años. Se fue formando un feminismo liberador, al irse tomando consciencia, promoviendo la equidad de mujeres y hombres, aprovechando todos los avances tecnológicos, culturales y sociales para la sociedad en su conjunto.

 

Pero también surgió el feminismo revanchista, con resentimiento social. “Todos los hombres son iguales”, “Hay que castigar a los hombres”, “Hay que celarlos”, “Ningún hombre me va a controlar”, “No necesito hombre”, “Hay que voltear la tortilla”.

 

El estadio industrial se da a partir de la época de la Ilustración y la modernidad, que surge de ésta. La industrialización es una forma de garantizar la supervivencia recurriendo a la tecnología. El tractor es la simbología liberadora frente al arado. Las estructuras sociales habían evolucionado hasta el punto en que la fuerza física dejó de determinar de forma tan abrumadora el poder cultural. En esta fase se da con mayor fuerza el movimiento de liberación de la mujer, la democracia, los movimientos de liberación, la diferenciación del arte, la ciencia y la moral (que se hallaban fundidas, aunque no los integró, tarea pendiente), surge la ecología y las ciencias empíricas y sistémicas, mejoran notablemente las condiciones de vida, pero también la crisis ecológica.

 

Hoy en día ya se vislumbra una conciencia planetaria, con tendencia a la equidad. Estamos saliendo de la “Modernidad”. Se piensa en equidad en el trabajo para ambos géneros, con tecnologías liberadoras que ya permiten que ambos sexos puedan acometer todas las tareas, físicas e intelectuales. Ya no hay la excusa de que hay algunas actividades que sólo pueden hacer los machos. Es la época de un Dios sin género. Del entendimiento mutuo, la colaboración, la comprensión, el respeto, la confianza.

 

Por eso, más allá del feminismo liberador, hablamos del humanismo, que lo integra y lo trasciende. Pues una vez alcanzada la equidad, hablar de feminismo solamente, resulta limitante.

 

Por supuesto queda mucho camino por recorrer para alcanzar esa equidad en la práctica, hay muchos cambios por hacer para la liberación de la mujer (y al liberarla, hacerlo al mismo tiempo con el hombre, oprimido al oprimir). Pero conceptualmente, la humanidad ya ha trascendido hacia el humanismo.

 

Bajo la Constitución Mundial para la Federación de la Tierra, se culmina la evolución liberadora de la mujer, que es colocada en el lugar que le corresponde, mujer y hombre e igualdad de condiciones, derechos, deberes. Nos corresponde hacerla realidad.
Leopoldo Cook
27 July, 2023
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