Vivimos en un mundo globalizado. Estamos conectados planetariamente. Para bien o para mal. Con un solo clic nos podemos conectar con personas de cualquier parte del mundo, sin trabas de idioma; podemos intercambiar ideas, hacer acuerdos, pues la tecnología nos facilita la interacción. Esto nunca había sucedido en la historia humana.
La sociedad humana ha venido evolucionando, desde bandas aisladas nómadas, pasando por la tribu, los pueblos, las ciudades, hasta culminar con los estados nación soberanos. El concepto actual de soberanía se basa en la idea de que cada estado-nación tiene control exclusivo sobre su propio territorio, gobierno y pueblo. Este concepto ha sido la base del sistema internacional (Occidente globalizado) desde el Tratado de Westfalia en 1648. Sin embargo, este concepto de soberanía tiene muchas limitaciones e inconvenientes en el mundo postmoderno, en el que muchos problemas globales requieren cooperación y coordinación internacional.
La nación estado es al planeta lo que hace pocos siglos fue la ciudad estado a la nación. El actual concepto de nación estado parecerá primitivo a nuestros descendientes, así como el de ciudad estado nos resulta a nosotros.
Hoy en día se requiere gobernabilidad mundial para poder enfrentar la mayoría de los problemas globales: guerras, crisis climática, migraciones, pobreza… No hay forma de que las naciones, en forma individual, los puedan resolverlos, por más poderosas que sean. Es sabido que la ONU tampoco es precisamente la entidad para ello, por ser un acuerdo de estados soberanos; no emite leyes, sólo acuerdos, que no son de obligatorio cumplimiento. Además fue diseñada y funciona para preservar el reparto mundial del mercado entre las grandes potencias desde la postguerra de 1945. Basta con analizar los acuerdos en el seno la ONU última década, por ejemplo, y determinar el grado de cumplimiento: cercano a cero.
Por cierto, el relativo equilibrio de esos acuerdos de Bretton Woods ya no existe. Hay nuevos actores, que podemos representar, para simplificar, en los BRICS. Hay tensiones, contradicciones internacionales muy fuertes, que se expresan de la forma que estamos viendo con los conflictos cada vez más violentos que se experimentan a nivel mundial.
La gobernabilidad mundial requiere un nuevo equilibrio y tiene dos opciones: la que desean las élites, y la del desarrollo lógico de la civilización humana. Tal vez con algunas opciones intermedias.
La opción de las élites se trata del intento de control total por un pequeño grupo de súper ricos, sin más estructura de gobierno que la necesaria para dar rienda suelta al mal llamado “mercado” (mal llamado pues no hay ningún grado de competencia en las transacciones entre carteles y monopolios). Un nuevo reparto del mundo, que puede llegar, en caso de que les sea necesario para someter a los pueblos y naciones periféricas, si las élites llegan e temer perder el control, en un fascismo planetario. Este nuevo reparto podría incluir incluso parte de los BRICS, echando por tierra las aspiraciones de los pueblos y naciones periféricos.
La otra opción es la de los pueblos, que es la tendencia lógica de la civilización humana. Un Parlamento Mundial democrático, en el que todas las naciones estén representadas por igual, sin vetos, sin privilegios. Pero también estén presentes los pueblos, respetando sus sistemas políticos, económicos, sus culturas y religiones.
Se requiere un proceso de acumulación de organización cooperativa entre las naciones (especialmente las periféricas) y los pueblos, para apuntar a esa gobernabilidad mundial. Una vez la relación de fuerzas sea favorable, se estará en capacidad de ir redefiniendo el concepto de soberanía nacional. No se puede redefinir la soberanía en un marco de gobernabilidad que sólo responda a los intereses de las élites.
Esperamos que los BRICS pueda cumplir esa función aglutinadora de los intereses de la periferia, que no se desvíe de su visión de “Multipolaridad” (Rusia), de “Futuro Compartido” (China), de “Comunidad de Destino Común (China), de “Equilibrio del Universo” (Simón Bolívar), “Nación Humana Universal” (Humanistas). Si eso se mantiene, los BRICS podrán ser el paso intermedio con miras a un Parlamento Mundial Democrático.
Actualmente se están dando varias iniciativas de organizaciones sin fines de lucro para unir fuerzas. La Campaña Mundial por la Democracia, liderada por el Parlamento Mundial Provisional (bajo la Constitución Mundial para la Federación de la Tierra) es una de ellas. En diciembre de 2025 se celebrará la sesión 16 del Parlamento Mundial Provisional, que nombrará su Presídium por primera vez en la historia, y determinará las bases para una Asamblea Mundial Constituyente en un futuro próximo, en la que participen todas las organizaciones que abogan por la paz mundial, la sustentabilidad ambiental, los derechos humanos, la equidad y la justicia planetaria, pero también participen las naciones progresistas y los BRICS.
Te invitamos a integrarte a estas iniciativas: www.constitucionmundial.com