Cuba y la Constitución Mundial

Si me pidieran nombrar una nación del planeta caracterizada por la solidaridad internacional, no dudaría en el nombre de la hermana Cuba, sin por ello minimizar el glorioso papel humanitario de muchas otras naciones.

 

Desde el triunfo de su revolución en 1959 Cuba no ha dudado en compartir lo poco que tenía con los pueblos sufrientes del mundo.

 

Allí en donde había enfermedades, pandemias, desastres naturales, guerras, pobreza extrema, estaban los cubanos. Cuba se ha destacado por su desarrollo en la educación, la salud, el deporte y muchos otros aspectos, pero, sobre todo, por su solidaridad internacional.

 

A pesar de ser asediada desde 1960 por el Imperio Norteamericano, a escasos kilómetros de las costas de moderno Goliat, Cuba ha sobrevivido a invasiones, sabotajes, e innumerables acciones ilegales, lo que hemos conocido como el “bloqueo”. Pero, aun así, en medio de las dificultades, no ha dudado en compartir lo poco con los muchos.

 

Por eso pienso que Cuba es una de las naciones estado que más puede comprender la Constitución Mundial para la Federación de la Tierra y la necesidad de un gobierno mundial federado, democrático. Cuba conoce la hipocresía de la OEA y la ineficacia de la ONU. Año tras año, esta organización exige el fin del bloqueo, y los Estados Unidos reiteradamente viola la legislación internacional.

 

Hoy en día no hay gobernanza mundial. La ONU es un acuerdo de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, agrupados bajo el poder naciente de los Estados Unidos de América. La ONU no decide, sino que recomienda a naciones “soberanas” que colocan sus intereses nacionales por encima de los del planeta.

 

Cuba es uno de los países que mejor puede comprender la importancia de la Constitución Mundial, en la que un Parlamento, que agrupe a naciones y pueblos, tome decisiones que pongan fin a la guerra y al desastre ambiental, y nos lleven a una nueva civilización democrática y equitativa.

 

La llamada “soberanía” es una de las principales trabas para lograr un gobierno mundial de ese tipo. Pero dicha “soberanía” es la trinchera de Cuba y los pueblos del mundo para resistir al Imperio e ir forjando lo nuevo. He allí el dilema. Necesitamos nuestra “soberanía” para resistir, pero debemos trascenderla para sobrevivir. Una relación dialéctica: ir debilitando a las élites mundiales y acumulando poder de los pueblos.

 

La Constitución Mundial puede ser ratificada en su etapa inicial por un grupo de naciones o de pueblos. En el primer caso, si al menos 25 naciones la ratifican, se entra en la Primera Etapa Operativa, para atraer a las demás naciones mientras se da la lucha dialéctica mencionada.

 

¿Quién mejor que Cuba para encabezar un movimiento internacional para una “Federación de Naciones por un Gobierno Mundial Democrático y Federado”? La solvencia moral de Cuba, acompañada sin duda por varias naciones de América Latina y el Caribe, de África, de Asia, crearía la masa crítica para este cambio civilizatorio mundial.

Leopoldo Cook
2 marzo, 2022
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