El Buen Líder

El buen líder (escrito en 1993 por ASOPUEBLO, Leopoldo Cook)

 

Para poder realizar la transformación del país para el bien de la mayoría, se requiere un cambio muy grande en el hombre, un nuevo tipo de liderazgo, con humildad.

 

En el Evangelio de San Mateo (25-28) Jesús dijo lo siguiente: "Ustedes saben que los Jefes de las Naciones se portan como dueños de ellas y que los poderosos las oprimen. Entre ustedes no sea así; al contrario, el que aspire a ser más que los demás, se ha­rá servidor de ustedes. Y el que quiera ser el primero, debe hacerse es­clavo de los demás. A imi­ta­ción del hijo del hombre, que no vino para que lo sirvieran, sino para servir y dar su vida como rescate de una muchedum­bre".

 

Bolívar lo dice así: "Ya no se puede mandar, sino por el amor al prójimo y con una profunda humildad" (29/04/23).

 

Por otra parte, el Buen Líder no debe tener privilegios respecto a los demás. "No quiero exceder los límites de mis derechos, que, por lo mismo que mi situación es elevada, a­quellos son más estrechos... La suerte me ha colocado en el ápice del poder; pero no quiero tener otros derechos que los del más simple ciudadano (04/25). Y agrega: "Un buen ciuda­dano debe siempre pensar con respecto a sí lo que calcularía respecto a los demás, poniéndose siempre fuera de la esfera de sus intereses personales y de sus propias inclinaciones" (22/09/17). También afirma: “el que trabaja por la Libertad y la Gloria, no debe tener otra recompensa que Gloria y libertad” (20/10/23).

 

En ASOPUEBLO compartimos esa concepción de liderazgo sin privilegios. Al ingresar a la Asociación, el miembro recibe su carnet en el que puede leerse: “Esta credencial sólo puede usarse como identificación y no para obtener privilegios, ya que ASOPUEBLO defiende la igualdad absoluta de TODOS los venezolanos. Como servidores públicos, los miembros de ASOPUEBLO tienen los mismos derechos y más deberes que los demás venezolanos”.

 

Otro rasgo importante del buen liderazgo que defendemos es el afán por ser útil a los demás, en servir al Pueblo. Un ejemplo indiscutible nos lo da nuevamente Bolívar, en su re­lación con Sucre. A Sucre y Bolívar los unió un gran afecto y devoción a una misma causa: la Libertad y la integración de América. Es así como vemos que armoniosamente estuvieron juntos en la lucha desde 1812 hasta 1824, tanto en los campos de batalla como en el pacífico de la política y la diplomacia. Bolívar confió a Sucre la negociación del tratado de armisticio por una lucha más justa, "donde existiese respeto a la vida del contrincante, ya sea patriota o realista".

 

Sin embargo, como todo ser humano, tuvieron sus momen­tos de flaqueza. En una oportunidad el Libertador comisionó a Sucre para atender la retaguardia, a realizar trabajos de procura de armas y alimentos, por lo que éste se sintió o­fendido, sobre todo estando consciente de que su desempeño hasta ese entonces era el más satisfactorio.

 

Por ello dice Bolívar: "La Gloria está en ser grande y en ser útil" (04/04/29), expresándole que si era necesario, él mismo haría la misión si Sucre se negaba. Ser grande es ser hombre de coraje, inteligente, valiente, tenaz. Ser útil es actuar permanentemente en sentido creador y positivo don­de sea necesario y en lo que sea necesario, con humildad.

 

Rómulo Gallegos lo expresa así: "Tanto más se pertenece uno a sí mismo, cuanto más tenga su pensamiento y su volun­tad, su vida toda, al servicio de un ideal colectivo".

 

Luis Beltrán Prieto Figueroa, el Maestro, lo dice de esta manera: "Yo no pienso que uno debe trabajar en función de uno; uno debe trabajar en función de los demás, y como uno de los demás." Así, se conjuga en un solo objetivo el bienestar común con el colectivo.

 

Martin Luther King, el gran líder que transformó los EE.UU. con sus luchas no violentas, nos lo dice así: "Todo el mundo puede ser grande. Porque todo el mundo puede servir".

 

Para ello se requiere un gran amor al Pueblo. Citamos al Libertador: "¿Qué importa que yo perezca para que viva un Pueblo? (06/12/27). Ese amor al Pueblo requiere una confian­za muy grande en sus potencialidades. ¿Cuántos llamados lí­deres populares vemos que desprecian al Pueblo, que lo me­nosprecian pretendiendo llevarlo de la mano, considerando que no es capaz de desarrollar acciones por sí mismo? Como Pueblo tenemos un gran complejo de inferioridad, siempre pensamos que no somos capaces de llevar a cabo acciones bien elaboradas. Y mucho de ese complejo es acentuado por los lí­deres. Del Pueblo no solo debemos tener una gran confianza, sino que debemos aprender mucho de él. El Pueblo, como con­junto, es sabio: la Historia lo demuestra. El Buen Líder tiene entonces mucha confianza en el Pueblo, sólo que cada quien tiene un papel que desempeñar, algo que dar: "Cada Pueblo, cada hombre, sirve para alguna cosa" (Bolívar, 08/02/24).

 

En este sentido, Mao Tse Tung escribió refiriéndose a la memoria de su compañero Norman Bethune: "El espíritu del ca­marada Bethune... se expresaba en su infinito de responsa­bi­lidad en el trabajo y en su infinito cariño por los cama­ra­das y el Pueblo. Todos deseamos aprender de su desinterés absoluto. Quien posee este espíritu puede ser muy útil al Pueblo. La capacidad de un hombre puede ser grande o peque­ña, pero basta con que tenga ese espíritu para ser hombre de elevados sentimientos, hombre íntegro y virtuoso, hombre desprovisto de intereses triviales, hombre de provecho para el Pueblo".

 

El "Che" Guevara es otro ejemplo ampliamente conocido de estas cualidades magnificadas en servicio del Pueblo. Es un gran ejemplo como expresaba su amor al Pueblo privándose de cosas necesarias para compartirlas con sus compañeros. Sacrificó familia, profesión y Patria por el futuro del Pue­blo Latinoamericano. Cuando bien pudo quedarse en Cuba con la revolución triunfante, se fue a Bolivia a empezar de nue­vo con su lucha guerrillera junto a los campesinos, en medio de privaciones.

 

Y Martin Luther King: "El amor es  la única fuerza capaz de transformar un enemigo en un amigo". Y la solidaridad tiene en él una gran definición: "Mientras haya pobreza en el mun­do, yo nunca podré ser rico, aún si tengo un millón de dóla­res. Mientras las enfermedades estén rampantes y millones de personas en este mundo no puedan esperar vivir mas de vein­tiocho o treinta años, yo nunca podré ser totalmente sano, aunque haya obtenido un chequeo favorable en la clínica Ma­yo. Yo nunca podré ser lo que debería ser hasta que tú seas lo que tienes que ser. Esta es la forma en que está hecho nuestro mundo. Ningún individuo o nación puede vanagloriarse de ser independiente. Somos interdependientes".

 

Por ello añade: "El verdadero altruismo es más que la capacidad de compadecerse; es la capacidad para empatizar. La compasión es sentir lástima por alguien; la empatía es sentir lástima con alguien. La empatía es sentimiento soli­dario con la persona en necesidad - su pena, agonía y pe­sar".

 

Así como debe amar a su prójimo, el Buen Líder no puede caer en el extremo del odio a nadie. Su indignación la o­­­­­­rienta hacia las cualidades negativas de algunos hombres e instituciones, y lucha por vencerlas, pero su acción nunca está orientada por el odio a nadie. Toda acción orientada por el odio se deforma y se corrompe. El hecho de que el Buen Líder sienta indignación por la injusticia y la combata con decisión y fuerza (y hasta violencia en algunos casos), no le da derecho a permitir que el odio se apodere de sus pasiones.

 

Por otra parte, también se ve mucho la idea de que el ser popular da pie a que podamos hacer las cosas mediocre­mente, que por ser Pueblo no importa si las cosas salen a medias. Por ello no se estudia la realidad con profundidad y seriedad. La acción se limita a protestar, dejando la ini­cia­tiva de dar soluciones a la oligarquía, alegando que el pue­blo no tiene capacidad ni preparación para dar­las. El Buen Líder cree en el pueblo y fomenta la autoestima, a la vez que insiste en estudiar los problemas a profundidad, presen­tando solucio­nes serias.

 

Muchas veces oímos decir a algunos líderes popula­res: "Es que esta comunidad no quiere ir a ningún lado. Yo ya sé que no harán nada". Esto es una de­mostración de falta de fe en el pueblo y en uno mismo. Porque el que de antemano dice que una co­munidad no se abocará a resolver determinado pro­blema, duda de su liderazgo, de su capacidad para enseñarle al pueblo las bondades de la lucha que propone. La historia está llena de ejemplos en los que un líder comunica su entu­siasmo a un grupo aparentemente apático. Cualquier comunidad se puede mover hacia un objetivo bueno si se es suficiente­mente insistente y se actúa con solidaridad y consecuencia. Si líderes no populares logran mover a la comunidad para a­suntos que van contra sus intereses, engañándola, con más razón puede hacerlo un Buen Líder. Esa es otra cualidad del Buen Líder: confianza en el Pueblo y en su capacidad de li­derazgo.

 

El Buen Líder requiere mucha preparación, mucho estudio y meditación. "En los negocios pacíficos como en los milita­res, es muy importante ser veterano". Si es cierto que una de las características de nuestro Pueblo ha sido la falta de preparación y de acceso a la cultura, no se debe aceptar el argumento de que para ser popular hay que desechar los cono­cimientos. Al contrario. Lo importante es no perder nunca el espíritu popular y utilizar esos conocimientos bajo el con­cepto de buen liderazgo, teniendo en cuenta que "el talento sin probidad es un azote" (Bolívar).

 

También creemos que la constancia y la perseverancia son un elemento inseparable del Buen Líder: "el valor, la habilidad y la constancia, corrigen la mala fortuna" (Bolí­var, 15/12/12) y "Dios concede la Victoria a la cons­tancia" (Bolívar, 07/09/14). Hay que perseverar aún en la adversi­dad, sobre todo en esos momentos cuando el Pueblo tiende a desanimarse. Es el Buen Líder el que debe mantener el opti­mismo para seguir empecinadamente luchando: "Para el lo­gro del triunfo siempre ha sido indispensable pasar por la senda de los sacrificios" (23/01/15). "La adversidad no me desa­lienta, al contrario, me alienta", "Siempre seréis li­bres porque queréis serlo, el Pueblo que combate, al fin triunfa" (Bolívar, 07/11/19).

 

El complemento natural de la constancia es la osadía, elemento indispensable para el triunfo. A veces es necesario ir más allá de donde la costumbre lo establece, y es el Buen Líder quien puede romper la barrera para señalar el camino. A menudo, los grandes momentos históricos han sido motoriza­dos por un pequeño grupo de hombres que se resuelven a todo por una causa: "por fortuna, se ha visto con frecuen­cia un puñado de hombres libres vencer a imperios poderosos" (Bolí­var, 12/10/18).

 

Y con la constancia y la osadía siempre se asocia la entrega. El Buen Líder se entrega a la causa, paga el precio para obtener el éxito. Como dice Martin Luther King: "Un hombre que no moriría por algo no está hecho para vivir".

 

Otro aspecto importantísimo es la consecuencia que las acciones del líder tengan con sus ideas: Qué tanto de lo que dice, hace. El Pueblo tiene muy buen ojo para reconocer al Buen Líder. La constancia y perseverancia que ponga en sus acciones y la consecuencia con que el líder se mantenga al lado del Pueblo son importantísimos. El Pueblo no busca en el líder popular tanto al hombre que tiene una idea perfecta de cómo debe ser el mundo. Más bien, el Pueblo evalúa la consecuencia del líder en sus luchas, y la correspondencia entre lo que dice y lo que hace. La ideología, aunque impor­tante, no influye tanto como la consecuencia en la imagen de lo que el Pueblo considera un Buen Líder.

 

Camilo Torres es un claro ejemplo de esto. Fue conse­cuente con su pensamiento hasta la muerte. Fue sociólogo y sacerdote. Pudo haber transcurrido su vida tranquilamente en la Universidad. Afirmó: "El inconformismo cuesta y cuesta caro. Cuesta descenso en el nivel de vida, cuesta destitu­ciones de los empleos, cambiar y descender de ocupación, cambiar de barrio y de vestido... el arquitecto inconforme debe estar dispuesto a trabajar como albañil, si ese es el precio que le exige la estructura vigente para subsistir sin traicionarse... "Y vivió dignamente sin traicionarse. Era, al mismo tiempo, sincero consigo mismo. No adoptaba ninguna posición si no lo creía sinceramente.

 

Camilo Torres fue ejemplo claro de esta consecuencia: "Estoy dispuesto a retractarme en el momento que se me con­venza de error y a someterme si se trata de algo que vaya contra el dogma, o las buenas costumbres", dijo en 1965. Y eran palabras sinceras, como lo demostró a lo largo de su vida.

 

Y así como el Buen Líder es consecuente en la calle, también lo es en la casa: se convierte en el ejemplo para su familia, practicando entre los suyos las virtudes que predi­ca afuera.

 

En realidad, el Buen Líder debe ser ejemplo en todas partes, debe ser muy cuidadoso de su comportamiento. Hay ciertas cosas que no se puede permitir hacer el Buen Líder, como llegar borracho a su casa, o maltratar a sus hijos, fí­sicamente o de palabra, o cualquier otra acción que critica­ría a los demás. Hasta el fumar o no debe ser un asunto que debe meditar el que aspire a ser Buen líder. Los ojos de to­dos están pendientes de él; la comunidad es más exigente con el líder que con el hombre común. El Buen Líder debe buscar ser un ser humano íntegro, desarrollando todas sus potencia­lidades. El que no esté dispuesto a ser exigente consigo mismo en estos términos, es mejor que "se monte en el auto­bús de los dirigidos".

 

La práctica de la Virtud es otro principio cuya aplica­ción no debe olvidar el Buen Líder. "Haz a los otros el bien que quisieras para tí. No hagas a otro el mal que no quieras para tí; son los dos principios eternos de justicia natural en que están encerrados todos los derechos respecto a los individuos" (Bolívar, 05/02/18). Y completa: "No quieren creer los demagogos que la práctica de la Libertad no se sostiene sino con virtudes y que donde estas reinan es impo­tente la tiranía. Así pues, mientras que seamos viciosos no podemos ser libres, désele al Estado la forma que se quie­ra". (02/04/28). Por el contrario, "tengamos una conducta recta y dejemos al tiempo hacer pro­digios" (Bolívar, 20/04/25).

 

Por encima de las instituciones, son los hombres los que determinan el carácter de la sociedad. So­lo hombres vir­tuosos pueden definir una sociedad que lo sea: "...a veces son los hombres, no los principios, los que forman los Go­biernos. Los códigos, los sistemas, los estatutos por sabios que sean, son obras muertas que poco influyen sobre las so­ciedades: ¡Hombres virtuosos, hombres pa­­­­triotas, hombres i­lustrados constituyen las Repú­blicas!" (Bolívar, 15/02/19). "En el orden de las vicisitudes humanas no es siempre la ma­yoría de la masa física la que decide, sino que es superio­ridad de la fuerza moral la que inclina hacia sí la balanza política" (Bolívar, 15/12/12).

 

Aristóteles, el gran sabio griego, nos plantea que "la moral, a mi juicio, solo puede formar parte de la política. En política no es posible practicar cosa alguna sin estar dotado de ciertas cualidades; quiero decir, sin ser hombre de bien. Pero ser hombre de bien equivale a tener virtudes, y por tanto, si en política se quiere hacer algo, es preciso ser moralmente virtuoso" Qué gran ejemplo para los que aspi­ran a intervenir en la política hoy en día.

 

El Buen Líder trabaja por la satisfacción de servir a la comunidad, pero no busca poder personal, no busca mando: "el mando me disgusta tanto como amo la gloria... la gloria no es mandar, sino ejercitar grandes virtudes" (Bolívar, 07/04/26).

 

El Buen Líder no puede ser absolutista. Al contrario, debe fomentar la toma de decisiones en el Pueblo, de modo que en el futuro las acciones no dependan de él.

 

Una cualidad imprescindible es la de saber escuchar: "el que manda debe oír aunque sea las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que producen los errores" (Bolívar, 19/04/20).

 

Ser Buen Líder es ser responsable ante el Pueblo. "Te­nemos el deber de ser responsables ante el Pueblo. Ser res­ponsables ante el Pueblo significa que cada palabra, cada acto y cada medida política nuestra deben concordar con los intereses del Pueblo, y si cometemos errores debemos corre­girlos" (Mao Tse Tung). Y no corregirlos a escondidas, sino dar la cara ante el Pueblo: el Pueblo puede perdonar los e­rrores que cometamos por habernos equivocado en interpretar la realidad, si hemos actuado honestamente; lo que no perdo­na el Pueblo son las acciones inconsecuentes o deshonestas para con él. En otras palabras, "Todos nosotros..., en cual­quier puesto que estemos, somos servidores del Pueblo, y cuanto hacemos va en servicio de él. ¿Cómo podemos entonces ser reacios a deshacernos de nuestros defectos?" (Mao Tse Tung).

 

Otra cualidad importantísima, y sin la cual ningu­na de las otras puede mostrarse, es que el Buen Líder no busca el liderazgo por sí, no desea ser líder ni sobresalir, por eso no rivaliza con na­die. El liderazgo no nace de querer ser líder, de querer sobresalir. Es la consecuencia de las ac­ciones que buscan el bien común. El liderazgo ba­sado en la búsqueda por sobresalir, es vacío y no dura.

 

Tampoco el Buen Líder es necesariamente el que tra­baja más, ni el que habla más, sino el que "es" más, el que desa­rrolla más su ser, su personali­dad. El Buen Líder se siente bien consigo mismo, porque se quiere a sí mismo tanto como a los de­más. Muchas veces caemos en el extremo de olvidar­nos de nuestra familia y de nosotros mismos por el trabajo con la comunidad, convirtiendo nuestra acción en una acción por objetivos que nos llenan el tiempo, pero que tienen el as­pecto humano ausente.

 

Continuando con el aspecto personal del Buen Líder, es­te se cuida mucho de no caer en el chisme. Su boca no debe divulgar más de lo que le consta y no debe hablar de nadie lo que no esté dispuesto a decírselo de frente. El chisme tiene el poder de dividir y el Buen Líder no puede basar sus conclusiones en él, mucho menos propagarlo.

 

Por último, sin pretender haber agotado el tema, el Buen Líder busca siempre la verdad. "La Verdad sea dicha" (Bolívar, 21/07/23). La verdad debe ser un arma que se ante­ponga a todo. Gandhi sostenía que quien usa un método para defender una causa le daba a esta el color de ese méto­do, es decir, que las cosas toman la forma de las herramien­tas que usamos para construirlas. Así que si usamos la men­tira, aun­que sea para defender una institución que conside­ramos noble y justa, estamos falseándola y estamos desviando el camino. En otras palabras, el fin no justifica los me­­­­dios: mentir para defender una causa justa, la convierte en menos justa y mientras más mentimos, mas la manchamos.

 

Dicho de otra forma, como lo expresa la sabia filosofía hindú, "siempre se recupera lo que se puso en el empeño". Si usas la mentira, recuperas mentira; si usas violencia, recu­peras violencia. "Siembra vientos y recogerás tempestades", dice un sabio refrán popular.

 

Por otra parte, el concepto de verdad debe entenderse en el sentido de no crear falsas expectativas en el Pueblo: "me vería como un hombre indigno si fuera capaz de asegurar lo que no estoy cierto de cumplir" (Bolívar, 08/10/12).

 

Es bueno concluir diciendo que tal vez lo más importan­te del Buen Líder no es los cambios que provoca mediante las acciones que él genera, sino los cambios de actitud que su ejemplo provoca en los que lo rodean. Se convierte en un ejemplo de la Nueva Sociedad que se irradia.

 

Tomado del libro “ASOPUEBLO, por un futuro mejor, Guatire, 03/04/1993

Leopoldo Cook
25 julio, 2020
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