La Ley del Péndulo
Leopoldo Alberto Cook y Antonorsi
15/11/2022
El Universo siempre está avanzando hacia mayores grados de conciencia, hacia mayor complejidad, en una forma que podemos llamar espiralada.
La historia humana no es la excepción. Es un fenómeno social bajo las leyes de la complejidad. Pero avanza en períodos muy largos, difíciles de percibir en una sola generación humana.
No hay civilización eterna. Siempre han ocurrido cambios civilizatorios, etapas que suceden a otras, cada una incluyendo parte de la anterior, pero trascendiéndola. En períodos que pueden durar siglos y hasta milenios, por lo que difícilmente podemos notarlos, a menos que hagamos un estudio histórico de largo plazo.
Eso han hecho filósofos, historiadores, etc.
En el corto y mediano plazo ocurren vaivenes, subidas, bajadas, brincos, que nos parecen aleatorios. Están sujetos a caprichos diversos, a sucesos humanos y naturales, etc. Quienes no conocen las leyes de la historiología, su carácter de ciencia compleja, se confunden, los toman por leyes.
Tal es el caso de la “Ley del Péndulo”, las oscilaciones intrasistema, entre variantes no antagónicas, al menos en grado extremo. Así vemos la alternancia de poder entre “Demócratas” y “Republicanos”, “Adecos” y “Copeyanos”, “Revolucionarios” y “Conservadores”, “Liberales” y “Conservadores”. En muchos casos se trata de reacomodos del sistema de la modernidad y sus fases finales, no son un cambio civilizatorio, tan solo maquillaje. El actual sistema civilizatorio es muy resistente, resiliente.
Mientras no se dé el cambio civilizatorio que enterrará a la “modernidad”, la Ley del Péndulo” seguirá actuando. Así vemos, por ejemplo, una avanzada progresista en América Latina y el Caribe. Hoy en día varios latinoamericanos invitan a Venezuela a relanzar Unasur: Correa, Duhalde, Lagos, Mujica, Dilma, Samper y hasta Bachelet piden a Venezuela el reimpulso de la Unasur. El mapa de ALyC se pinta de nuevo de rojo. Unasur, CELAC, Petrocaribe…
Y así quedará por unos años, hasta que la inercia del péndulo revierta de nuevo el movimiento, un vaivén, de uno a otro lado, hasta que se dé el salto civilizatorio.
Sólo ese salto civilizatorio permitirá la transformación profunda en la visión de los pueblos, para iniciar un nuevo ciclo.
Esa es la revolución que propiciamos, mundial, civilizatoria, que se sustenta en la revolución personal (ética, espiritual).